¿Cómo puede pensarse nuevamente una utopía, hoy que
toda idea del futuro parece ser derrotada casi desde su propia
formulación? Si está ahí, esta es una utopía de afirmaciones
a medias, de realidades paradójicas, de la ambigüedad.
Es una utopía personal, individual. Su propia esencia está en
duda, en la línea delgada que la separa de lo distópico. Por
ella camina su creador y su descubridor, fascinado y apático,
hastiado e indiferente. De sus visiones nos llega poco, casi
nada. Pequeños fragmentos desligados de la necesidad de
decir algo. Solo sensaciones y formas cuya relación no está
asegurada ni con lo utópico ni con nosotros. Pero ese diseño
de su naturaleza ambigua es también una afirmación.